Enfermedades digestivas y la microbiota intestinal
Enfermedades digestivas y la microbiota intestinal
El término microbiota se refiere a la comunidad de microorganismos vivos residentes en el intestino, principalmente el colon. La microbiota del intestino humano es una de las comunidades más densamente pobladas. Se estima en cerca de 100 billones de microbios que viven en cada persona y forman la microbiota humana que está en la piel, los oídos, los ojos, la nariz, la boca, la garganta, la vagina y el intestino principalmente, donde se aloja casi el 95% de toda la microbiota humana. Las vías de nacimiento (parto o cesárea) y el tipo de alimentación al nacer (seno materno o fórmula), han demostrado producir diferencias en la microbiota intestinal.
En la actualidad, el tratamiento ya no gira solamente alrededor del uso de medicamentos sintomáticos, sino a cambios en el estilo de vida y alimentario del paciente, así como el uso de probióticos según el tipo de trastorno digestivo que presenta.
Dr. Teodoro Peralta
Una vez establecida la microbiota en el individuo a partir de los 3 años aproximadamente, cambia poco en el tiempo. La manipulación neonatal de la microbiota, puede tener efectos indeseados en la persona y puede persistir hasta la etapa adulta. La maduración del sistema inmunitario y endocrino está influida por la colonización bacteriana.


Desde hace muchos años, se conoce bien la interrelación permanente y recíproca que existe entre el cerebro y el aparato digestivo, principalmente con los intestinos, por intermedio del nervio vago. Los estudios han demostrado claramente que hay un grupo de enfermedades del aparato digestivo denominadas enfermedades funcionales, en los que no hay una explicación orgánica definida que justifique los síntomas persistentes que presentan un importante porcentaje de pacientes que acuden a la consulta médica gastroenterológica.
Síntomas
Los síntomas pueden ser bien localizados, pero también difusos, generalmente duraderos y existen incluso clasificaciones actuales para definir el tipo de enfermedad funcional que padece un paciente. Los diagnósticos más frecuentes que se realizan corresponden a los siguientes:
- Disfagia funcional
- Pirosis funcional
- Dispepsia funcional
- Colon irritable con predominio de estreñimiento y/o diarrea, también denominados: diarrea o estreñimiento funcionales.
- Distensión abdominal funcional (DAF).
- Trastornos funcionales ano rectales.
Estas enfermedades funcionales se explican principalmente porque la interacción entre el cerebro e intestino o viceversa (eje cerebro intestino), se altera por una serie de factores de tipo emocional o alimentario, originando una hipersensibilidad en las vísceras abdominales, asociada a trastornos de la motilidad gástrica y/o intestinal, factores psicológicos, infecciones gastrointestinales, intolerancias alimentarias, factores genéticos y sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SOBIA).
Naturalmente, concluir con alguno de estos diagnósticos, debe ir acompañada de la seguridad de excluir otros diagnósticos de tipo orgánico como: Reflujo gastroesofágico, úlceras pépticas, gastritis agudas y/o crónicas, descarte de presencia de H. Pylori, litiasis vesicular, enfermedad celíaca, intolerancia a lactosa, tumores, pólipos, divertículos, enfermedad inflamatoria intestinal y cáncer del aparato digestivo, principalmente de estómago y del colon.
Tratamiento
Los tratamientos para estas enfermedades funcionales generalmente son sintomáticos y muchas veces alivian solo temporalmente al paciente o simplemente no lo mejoran. En los últimos 15 a 20 años, ha aparecido un nuevo actor en el origen de estas enfermedades y otras que son completamente ajenas al aparato digestivo y que viene tomando gran relevancia en la explicación de varias de las enfermedades llamadas funcionales digestivas, metabólicas y otras, incluso del sistema nervioso central. Es la que antes conocíamos como la mal llamada flora intestinal y que ahora se denomina microbiota intestinal.
La microbiota, como ya mencionamos, es el conjunto de bacterias, virus, arqueas y hongos, que habitan principalmente en nuestro intestino grueso y que actualmente se considera un órgano más de nuestro cuerpo, ya que cumple múltiples y muy complejas funciones para mantener la salud de nuestro organismo. Interviene en múltiples vías metabólicas y mantiene el equilibrio del sistema nervioso central, del sistema inmune y del funcionamiento del aparato digestivo. Su composición se establece, como ya lo dijimos, desde el nacimiento y la infancia, se afirma con la lactancia materna y con el entorno familiar, pero puede ir cambiando progresivamente con la edad, el entorno social, el tipo de alimentación, el stress y el uso de diversos medicamentos, principalmente los antibióticos.
Se han descrito microbiotas humanas de tipo “obeso”, asociadas a la obesidad y al síndrome metabólico, con un incremento de la razón de Firmicutes/Bacteroidetes. La introducción de dietas altas en grasas en ratones de experimentación ha mostrado que existe un microbioma con mayor capacidad de asimilar la energía y que lleva a la obesidad.
Los cambios en la microbiota intestinal, inducen al incremento de la permeabilidad intestinal y la consecuente endotoxemia, que juega un papel en el desarrollo de un estado inflamatorio crónico de bajo grado en la persona, que contribuye a la presencia de la obesidad y del hígado graso no alcohólico, enfermedades que se han convertido en un riesgo público de la salud mundial.
Mantener una microbiota equilibrada, es decir que exista un adecuado balance entre los microorganismos beneficiosos y otros que no lo son tanto, depende mucho del estilo de vida y tipo de alimentación que cada individuo tenga, incluyendo además tener un peso adecuado, evitar el estrés, uso de fármacos (antibióticos), realizar ejercicio y habitar en un medio ambiente con baja exposición a toxinas y tener mayor contacto con la naturaleza.
Es en este contexto que los trastornos digestivos funcionales, antes atribuidos solamente a la alteración del eje cerebro – intestino, ahora tienen explicación también por cambios en la microbiota (disbiosis), habiéndose descubierto que hay alteraciones de la microbiota en los diferentes trastornos funcionales ya mencionados, que implican incremento de bacterias nocivas, productoras de procesos inflamatorios leves y persistentes, así como la producción de diferentes sustancias que resultan perjudiciales para la salud digestiva y disminución de bacterias benéficas que mantienen el equilibrio de la función digestiva y sistémica. Esta disbiosis se presenta generalmente por diversas causas provocadas por el mismo hospedero, debido a sus malos hábitos alimentarios, stress persistente, sobrepeso, falta de ejercicio, automedicación, etc.
Finalmente, en la actualidad, el tratamiento ya no gira solamente alrededor del uso de medicamentos sintomáticos, sino a cambios en el estilo de vida y alimentario del paciente, así como el uso de probióticos según el tipo de trastorno digestivo que presenta.
La suma de una dieta rica en fibra que promueve el crecimiento de la microbiota comensal, que favorece la homeostasis intestinal, un estado antiinflamatorio, el uso de prebióticos y probióticos de última generación que se adecúen a las necesidades individuales supondrá un nuevo abordaje terapéutico de muchas enfermedades que podría cambiar el futuro de la medicina, aunque aún quedan muchas incógnitas que resolver de cara al futuro.
